
GUÍA DE BARES DE LIMA: ESOS DE TODA LA VIDA
Lima late en sus bares de siempre. Entre tabernas centenarias y copas de pisco se cuentan historias de presidentes, poetas y amigos que nunca dejaron de conversar.

Lima late en sus bares de siempre. Entre tabernas centenarias y copas de pisco se cuentan historias de presidentes, poetas y amigos que nunca dejaron de conversar.
Escribe Paola Miglio (IG @paola.miglio) / Foto de portada Taberna Queirolo de Pueblo Libre
Entre plazas icónicas, basílicas, aroma a churros recién hechos o a manjares de olla, los más antiguos bares taberna de Lima abren sus puertas cada día para recibir a los parroquianos con jamones del país caseros, café ardiente y chilcanos refrescantes. Hay espacio para todos, pero sobre todo para la conversa extensa, esa que arranca de mañana y termina con un buen caucáu de mondongo o una papa rellena al pasar el mediodía. O, quizá, con ese pan con pejerrey soñado que, en temporada, es el rey más rey y el más crujiente de todos; en pan francés, siempre. Estos son algunos de los sobrevivientes, los que cuentan, desde hace más de 100 años, la historia cotidiana de una capital secretera y picarona; esa que recorremos cada vez que hay algo que celebrar o se hace preciso un tiempo para la soledad. Hoy nos sumergimos en una ruta de memorias y novedades, porque lo bueno se preserva y se pone al día, y cuenta la vida de nuestra Lima de bares.

Empezamos en el Centro Histórico. El Cordano es una taberna con herencia italiana que tiene más de 100 años. Fue heredada y manejada por su equipo. Allí sirven desayunos con café pasado. Son famosos sus sánguches de jamón del país, butifarras y lomitos, su pan con tamal y zarza criolla, sus tablas de charcutería con jamones y quesos locales, y también su menú a la hora del almuerzo. Sus paredes nos recuerdan la historia de los presidentes que pasaron por ahí, de toreros y taurómacos que otrora hacían la previa y el post, y otra de poetas que escribieron en servilletas versos inspirados. Ahí el pisco se abre paso, orgulloso y celebratorio, servido en Sol y Sombra, Chilcano de Guinda y Algarrobina. Pero también está el demoledor Machu Picchu y la añosa Menta Frappé.
Los bares de siempre. Arriba: ondulante barra del bar del Hotel Maury. Abajo: rocola del bar La Noche en Barranco.
Hay que cruzar la Plaza de Armas, andar por el Jirón de la Unión unas calles, para encontrar el mítico Hotel Maury. Algunos anotan que el Pisco Sour nació aquí; otros que fue un estadounidense llamado Víctor Morris quien lo inventó en el Morris’ Bar. Da lo mismo, lo bebemos igual, animados por las remembranzas que genera este bar de barra ondulante, paredes enchapadas y mesas de madera oscura. La fineza, la elegancia, la cordialidad de mediados del siglo pasado. Y si uno no basta y quieren sumergirse aún más en la cultura del más célebre de nuestros cócteles pisqueros, el siguiente lo beberán en el Gran Hotel Bolívar (1924), terminando el Jirón de la Unión, frente a la plaza San Martín, la de la liberación. Ahí están los Pisco Sour dobles, el origen de lo que llamamos hoy Catedral.


Antes de emprender la ruta a Pueblo Libre, como para seguir el camino de la Independencia, hagamos una parada estratégica en la taberna bar café Carbone. Cumple este año 102 y su centenaria barra sirve los jamones más apetitosos, las butifarras más completas y los panes con pejerrey más crujientes (cuando hay cambio de temporada, hay cambio de pescado). Acompañan patitas de cerdo encurtidas, las zarzas de garbanzos o de pallares, cervezas rubias y maltas. Luego, a la plaza Bolívar, allí donde está el Palacio de la Magdalena, donde se alojó San Martín, el Libertador, donde se instaló Bolívar y la inspiradora Manuela Sáenz, pieza estratégica en la consolidación de la libertad. Allí, a una cuadra, la Antigua Taberna Queirolo ha sabido preservar el espíritu desde fines de 1800: pensador, revoltoso, universitario, escritor, de papa rellena bien servida, escabeches y caucáu soberanos, de pastas caseras y sanguchones querendones. De tertulias memorables sazonadas con Chilcano, Perú Libre o Santiaguito de Ciruela. Con los vinos y piscos de la casa, un buen Capitán o la famosa Res: botella de pisco con soda blanca de litro y limón de pica para un día sin remordimientos. En Queirolo también se lee la historia de una ciudad que se cuenta a retazos entre todos sus distritos, de los más llenos de vida de barrio, de construcción de identidad. Ese carácter que forja el tiempo y se adquiere solo cuando se es realmente auténtico.



El icónico bar del Gran Hotel Bolívar, fundado a fines de 1924, es una de las paradas obligadas en la ruta del Pisco Sour por el centro histórico de Lima. Tras su remodelación en febrero de 2025, el clásico bar de la plaza San Martín luce hoy una barra de mármol iluminado que reemplazó a la tradicional de madera; las columnas del salón están enchapadas también en madera; las mesas son ahora redondas en su mayoría y un sillón corrido a lo largo de la pared es el lugar preciso para las tertulias. Su carta, eso sí, mantiene el clásico Catedral, cóctel insignia de este bar centenario. Cuentan que el bartender Mario Rosales López dio nombre a esta versión del Pisco Sour doble a mediados del siglo XX. Dato extra: La memorabilia antes de ingresar al bar incluye desde platería hasta fotos de todos los famosos que pasaron por ahí.
La Calesa es otro de los bares icónicos que hasta el momento siguen preparando el Pisco Sour Catedral, entre otros clásicos. Su espacio no ha cambiado y este año cumple 60 años.
Vamos a San Isidro para revivir en el mítico Superba con sus cócteles clásicos y tremendos fondos. Hay chilcanos y, en invierno, vino caliente y los “calentitos” de la casa. La semana se anima con una agenda cultural que incluye desde cine hasta tertulias, jaranas y noches moteras. Luego, una modernidad miraflorina antes de emprender el tramo final: Casa Rebara, una casona que data de 1921 y que ha sido remozada y recuperada para ahora alojar una taberna como las de antes, que cuenta, entre sus historias, que (Abraham) Valdelomar, el poeta y narrador, solía visitar la casa Rebara de regreso del Palais Concert; que (Julio Ramón) Ribeyro, el escritor, fabuloso cuentista, fumó ahí su último cigarro, sentado en la terraza, y que Chabuca (Granda), la inmensa cantora, improvisaba sus temas en la sala del piano. Hoy sus salones reciben a tertulianos para encuentros fiesteros, musicales y cocteleros. Hay en la carta sánguches, tamales, humitas, sangrecita, sopas y tortilla española. También postres limeños, como cocadas, mazamorra y budín. Y lo clásico de la coctelería tabernera: Chilcano, Pisco Sour y Capitán, con otros más del mundo, como Tinto de Verano, Negroni, Vermú y vino caliente.
El último viaje lo hacemos a Barranco, donde la vida de bares se activó para nosotros en los noventa. Con una Luna incipiente, un Juanito ya establecido desde 1937, un Piselli de cuentistas y poesía que hoy ya pasa los 100 años y La Noche, que comenzaba su historia. Aunque muchos ya no están (La Luna, El Planeta 10 o las famosas “bicicletas”), aún se mantienen esos bares cultos que generaciones posteriores han decidido poblar con nuevas conversaciones. Juanito se desdobló y creó su copia exacta, pero en el local de al lado. Lo mismo, pero todo al revés y con una carta de sánguches que va de la mano con cerveza y chilcanos, capitanes y pisco sour. Piselli (1915), antiguamente regentada por los hermanos Italianos Ángel y Antonio Piselli, se mudó de calle, pero se mantuvo clásico.
La Noche sigue siendo La Noche. Con conciertos y rocola, con las mesas donde caben cuatro u ocho apretados, donde parece que entre jarras de cerveza y rusos blancos el tiempo se ha detenido. Aunque hoy su carta incluye cervezas y vinos, también se amplía a licores y cócteles clásicos como Capitán, Negroni y Pisco Punch, y otros tantos de autor como el 1991 (pisco con hierbaluisa macerada, tónica de hierbaluisa y jugo de limón) o el Vodka Blossom (vodka, tónica con un toque floral y frutal y jugo de limón). Los intereses se mantienen y, más allá de la bebida, esa intención del visitante de recordar, construir memorias o celebrar la amistad.
Para más información pueden descargarse la Guía de Bares de Lima de El Trinche en español aquí . Encuentren la versión en inglés en el siguiente QR:

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