
VINCENZO NAPURÍ: EL LEGADO DE SU PADRE COMO EMBAJADOR DE LA GASTRONOMÍA PERUANA EN EUROPA
El joven empresario tomó la posta de su padre y es el principal importador de insumos gastronómicos de cientos de restaurantes en el Viejo Continente.

El joven empresario tomó la posta de su padre y es el principal importador de insumos gastronómicos de cientos de restaurantes en el Viejo Continente.
Escribe Diego Pajares H. (IG @diegopajaresherrada)
Hace casi 20 años Giovanni Napurí llegó a Europa, fundó una empresa y se subía a una furgoneta cada mañana para repartir mercadería a restaurantes en diversas ciudades europeas. Vincenzo Napurí Tomarelli, su hijo, aún mantiene recuerdos de sus vacaciones viajando con él. Fue el inicio de un imperio que hoy, tras el lamentable fallecimiento de Giovanni, Vincenzo ha asumido para honrar su memoria.
En 2008, cuando fundó su empresa, Giovanni Napurí se convirtió en una luz para los restaurantes peruanos que empezaban a abrir en España en plena ebullición del boom gastronómico. Con 12 empleados y un almacén en la zona franca de Barcelona, les proveía de cerveza, pisco, ají seco, ají fresco, ají amarillo y pimientos. La empresa creció y en conjunto llegó a suministrar a unos 800 restaurantes y tres mil tiendas de alimentación. Pero el inicio fue en Pamplona, Navarra. Hasta donde solía llegar cada verano Vincenzo, su hijo mayor, el único Napurí Tomarelli. “Tenía ocho o diez añitos y solía pasar las navidades con mi papá y el trabajo era dormir hasta tarde y pasar las noches de discoteca en discoteca dejando cerveza. A esa edad yo ya era su asistente, contaba el dinero. Chambeábamos entre ocho y 12. Teníamos nuestra dinámica todas las noches”, cuenta Vincenzo, ahora líder de Titan Aliment, la empresa que le dejó su padre antes de morir.
Giovanni no le había dicho a nadie que tenía leucemia. Mucho antes de saber que la sufría, Vincenzo fue creciendo y tuvieron discrepancias sobre cómo llevar la empresa en orden. El pequeño, ahora de 29 años, tomó su propio camino en finanzas y solían hablar por teléfono. Fue por ese medio que, en 2019, se enteró por boca de su padre que había tenido cáncer. “Fui un huevón”, confiesa Vincenzo, recordando todas las veces que se habían hablado y su padre le había propuesto trabajar con él en la empresa. “Pensaba que sabía todo, me da vergüenza decirlo, pero es una confesión sincera”.

Los Napurí se reunieron de nuevo. El cáncer había remitido, pero Giovanni sabía que no quedaba mucho tiempo. Mostró todos los estados de cuenta a un Vincenzo con mucha más experiencia. “Veía todo más cuadriculado, para mí eran números que había que multiplicar. Mi papá era más un artista, un comerciante con grandes relaciones capaz de mover mar y tierra para entregar una caja de ají amarillo a un compatriota”, cuenta Vincenzo. Pero esa era solo una parte, Vincenzo es consciente, aprendió lo mejor de ambos mundos. Trabajaron dos años juntos antes que el cáncer se llevara a Giovanni. “No hubo tiempo para el luto”, comenta Vincenzo. De la muerte ya habían hablado. “Todas las conversaciones con mi papá eran ‘cuando muera va a pasar esto’, ‘vas a hacer esto’… me dolía, pensaba que siempre estaría conmigo. Y le decía que vayamos al grano”.
Luego del lamentable fallecimiento de su papá en 2021, Titan Aliment pasó de tener dos furgonetas que hacían tres repartos al día a tener cinco que reparten entre 25 y 30 entregas al día solo en Barcelona. Se expandieron a Madrid, a Milán, con 10 furgonetas en cada ciudad. Los ingresos se triplicaron. “Teníamos 30 o 40 clientes importantes, pero más de 100 en total. Entonces contraté comerciales. Apuntamos no solo a restaurantes peruanos, sino a todos los que tuvieran un Pisco Sour en su carta, a todo el mundo”, cuenta.
Mote, cancha, granos peruanos; cacao, vegetales y frutas congeladas; ají amarillo, limo, entero, choclo. Gaseosas, cervezas, piscos y más. Directa o indirectamente negocian con el agricultor. Los productos acabados se empaquetan en una planta propia donde emplean a más de 40 personas y se envían por barco a Europa, en contenedores de 25 toneladas. El último año, Titan Aliment facturó 12 millones de euros. Mantienen clientes que han estado desde siempre, como Yakumanka del grupo Acurio, Maymanta de Omar Malpartida, Ceviche 103, la sanguchería Cholito Lindo, Osaka en Madrid, entre otros. Además de nombres como Ferrán Adrià, a quien en su momento supo dotar de pisco en El Bulli; y los gemelos Jordi y Joan Roca, “quienes apoyan muchísimo al Perú con los vinos naturales que importamos de Pepe Moquillaza”, cuenta Vincenzo, quien deja clara su consigna de embajador: “ellos no trabajan conmigo, trabajan con el Perú”.

Vincenzo aún tiene retos, como lograr que el choclo peruano pase fresco y no congelado, o que el limón logre ingresar a Europa sin que cueste una fortuna. “Fina cortesía de la burocracia peruana al momento de exportar alimentos”, señala Vincenzo. Pero su meta no cambia, y eso es lo más importante: “Nuestra misión es que nuestros insumos no los cocinen solo peruanos, sino que todo el mundo tenga un cebiche, un plato peruano en su carta”. Con la bendición del padre, el hijo continúa el legado.
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