EL OJO DEL COMENSAL: BRASS, CARNES, MARISCOS Y JAZZ
Brass reabre un espacio emblemático en San Isidro con carnes, mariscos, coctelería creativa y jazz en vivo, bajo la batuta del chef Guillermo Roque.
Brass reabre un espacio emblemático en San Isidro con carnes, mariscos, coctelería creativa y jazz en vivo, bajo la batuta del chef Guillermo Roque.
Escribe Carlos Carlín (IG @carloscarlinof)
Conversé con Guillermo Roque, chef de Brass, el nuevo restaurante que abrió sus puertas en enero de 2025 en un local sanisidrino con mucha historia: el mismo espacio donde funcionó Toshiro’s, el templo nikkei de Toshiro Konishi. Tras la partida del maestro, el lugar se convirtió en un casino de luces estridentes y ruidosas. Hoy, por suerte, volvió a ser un espacio gastronómico, convertido en un steak house con personalidad.

El proyecto busca sorprender a los comensales no solo con carnes, sino también con una carta variada y fresca. Guillermo Roque empezó su carrera a los 19 años en La Mar, y su recorrido incluye cocinas de Alemania, España, Estados Unidos, Dubái y La Mar y Barra Chalaca Argentina. Sin embargo, confiesa riendo que siempre tuvo un sueño pendiente: “trabajar en un steak house para comer toda la carne posible”. Se define como un “cocinero glotón” que, pese a la experiencia internacional, nunca había trabajado directamente con carnes.
Y aunque la carne es el corazón de Brass, las verdaderas sorpresas llegan desde el mar. Los langostinos a la mantequilla con ajo y toques cítricos son una delicia; el pulpo al horno a baja temperatura durante dos horas, acompañado de chimichurri de aceitunas, dos texturas de choclo y crema de humita, no se queda atrás; y las conchitas con mantequilla, sillao y echalots son una entrada obligada. La carta también tiene espacio para pizzas (muy pedidas) y, por supuesto, para los cortes de carne. No hay una lista interminable, pero sí lo justo y necesario: piezas seleccionadas y trabajadas con la técnica exacta para sacarles el máximo provecho. Probé además una chistorra rellena con carne de cerdo, res y pimentón de la Vera que disfruté muchísimo.

La coctelería merece mención aparte. Pedí dos tragos totalmente distintos entre sí, pero ambos me sorprendieron por sabor y originalidad. El local en Conquistadores 430, San Isidro, siempre generó expectativa por ser un espacio tan emblemático. Esa curiosidad jugó a favor: desde la inauguración, Brass se llenó de comensales buscando nuevas propuestas. El restaurante cuenta con varios ambientes: un segundo piso con barra imponente (que atiende hasta la una de la mañana), salones privados para grupos y reuniones familiares y hasta jazz en vivo los jueves. En muy poco tiempo, Brass logró devolverle vida y movimiento a una zona que los comensales limeños extrañaban y todo indica que lo está haciendo muy bien.

Por: Carlos Carlín El ojo del comensal
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