Escribe Paola Miglio (Instagram: @paola.miglio)

Popular, el evento organizado en Cusco por jóvenes cocineros, logró unir fuerzas de varios rubros para demostrar que la cocina peruana va más allá de la mesa, del chancho al palo y de la “caridad con foto incluida”. Este es un primer intento de la nueva generación con buen resultado; pero lo más importante es lo que viene después: la continuidad efectiva y real. Recordemos siempre: una golondrina no hace un verano.

Bianca tiene siete años: de pronto me agarra fuerte de la mano, como para que no me escape nunca más, y se me derrama el alma en medio segundo. Toda la «fortaleza periodística» se desvanece. Los conocimientos y experiencias no sirven más. Todo lo viajado, lo aprendido, lo comido, todo ese mundo en el que vivimos y solemos andar tan cómodamente parece de pronto tan vulgar e insignificante. Tan banal. Porque lo es. Absurdamente superficial.

Bianca vive en el albergue Juan Pablo II en Cusco, junto con otros 60 niños más de todas las edades que han llegado allí por diversas circunstancias. Estamos en el cierre del evento Popular, ese que congregó a varios chefs jóvenes que cocinaron en el Mercado de San Pedro de Cusco y que recaudó fondos para equipar la panadería del albergue. En el salón principal del lugar se entremezclan risas y llantos por los logros. Emociones contenidas, cansancios acumulados, corazones arrugados. Hay alegría porque se juntaron más de 19 mil soles, pero sentimientos encontrados porque todos los que estamos ahí sabemos que eso no basta ni es lo único que se necesita.

Pero por algo se empieza. Poquito a poco, los cocineros Paul Rivera y José Luján tejieron una red de contactos y apoyos que sirvieron para sacar adelante esta empresa. Además del almuerzo con menú degustación pagado hecho a varias manos (chefs y picanteras) y destacando productos y preparaciones locales, se realizó una estación de reciclaje en la que se recuperaron más de 170 kilos de merma de alimentos que fueron trasformadas en más de 780 raciones repartidas gratuitamente a quienes quisieran. Hubo locro con zapallo y papa; fideuá de pasta frita con brócoli, coliflor y hojas de apio; y piel de naranja rellena de budín de plátano y la cáscara garrapiñada. Las creaciones, dirigidas por el cocinero Palmiro Ocampo (ayudado por Luis Romero Bellido, alumnos de la escuela Blue Ribbon Cusco, estudiantes egresados de Pachacutec y la señora Mary Orellano, presidenta de las cocineras del mercado de San Pedro), plantearon finura y sabor. Ese es el camino.

A Popular se sumaron vianderas, caseras, picanteras, gente de pie, compradores y todo aquel que cayó ese día por San Pedro. El contexto entendió el motivo y abrazó la razón: dar una oportunidad. Compartir, en una actividad positiva y alegre, tiempo y recursos. No dar sobras, sino unir fuerzas. Bianca quizá hoy tenga más opciones cuando cumpla los 18 y abandone el albergue. A su familia, a su mamá que la crió junto con otros siete hermanos de vida. Le pregunto, mientras distraída coge mi pelo y me lo quiere trenzar: ¿te gusta la cocina? Y responde que sí, que quiere aprender. Con esos ojos marrones grandes y brillantes que quieren comerse el mundo. Y así entendemos un poco más cómo se puede revertir esa superficialidad en la que andamos metidos: que las causas no sean solo para el selfie, para el video, para la tele. Que las causas sean para alimentar espíritus como el de Bianca y no nuestras panzas que hoy, ya revientan de ego.

NÚMEROS POPULARES

• Popular recaudó S/ 19,500 para implementar y renovar la panadería del albergue Juan Pablo II de Cusco. Si alguna empresa especializada en hornos y otros trajines panaderos se quiere sumar, manos siempre faltan.
• Se recolectaron 170 kilos de mermas en el mercado que sirvieron para elaborar 728 raciones que fueron distribuidas gratuitamente.
• En Popular trabajaron 250 voluntarios: estudiantes del Instituto Blue Ribbon Cusco, el Instituto de Cocina Pachacutec y del restaurante escuela Paraqay, picanteras de Cusco y jóvenes cocineros del Perú.
• Al cumplir la mayoría de edad, los niños del albergue Juan Pablo II de Cusco estarán capacitados para trabajar en restaurantes y panaderías, y podrán aplicar a becas en el Instituto Blue Ribbon para continuar sus estudios.

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