SUMAC CHIPS: LAS PAPAS NATIVAS DE LARES PARA EL MUNDO
Hernán ha tenido propuestas para vender su marca, pero él quiere asumir el reto completo: dirigir toda la cadena, desde el campo hasta el consumidor final.
Hernán ha tenido propuestas para vender su marca, pero él quiere asumir el reto completo: dirigir toda la cadena, desde el campo hasta el consumidor final.
Escribe Tica Conraju
Su padre no quería que se quede en el campo. Julio Hancco insistía en que su hijo Hernán viviese en la ciudad. Y el chico le hizo caso. Pero el destino quiso que este lazo con la tierra y sus más preciados productos nunca se rompiese. Y fue así que, un día de abril de 2015, Hernán Hancco Melo, joven emprendedor e integrante de una familia de agricultores cusqueños, creó Sumac Chips.
Hojuelas ricas, agradables, sabrosas. Esa sería la traducción del quechua Sumac Chips, la marca que Hernán Hancco Melo creó cuando inició su emprendimiento de papitas nativas fritas, cinco años atrás. Le pedimos a Hernán que nos relate sus inicios, y esto fue lo que nos contó: “nunca pensé continuar con el tema de las papas nativas, porque mi papá siempre me dijo que no me podía quedar en el campo, él quería que viva en la ciudad. Por eso me vine a Lima cuanto terminé mi colegio, pero extrañaba mucho a mi familia, así que regresaba a Lares cada cierto tiempo. En Lima empecé trabajando en la venta de abarrotes, luego pasé por servicio de limpieza; después ya me fui a la Villa Militar e hice servicio voluntario durante dos años. Terminé en 2009, y ese año el ingeniero Moisés Quispe, de la ONG ANPE, me propone viajar a Italia: en mi comunidad de Pampacorral ya habían viajado todos a la feria de Torino y necesitaban a un joven que los represente. Tenía 23 años y dije que sí. Moisés me enseñó a hacer las hojuelas de papas nativas, en una sartencita, y con unos 40 kilos de papas pude hacer 150 paquetes que llevé a Italia. Allí conocí al chef Virgilio Martínez, era bien flaquito. En la feria nos pusimos a vender, con la ayuda de una voluntaria que me pusieron. Fue muy bueno: en un par de horas vendí todito. No sabía que en Europa iban a apreciar tanto la papa nativa. Debí traer más, pensé, porque me quedé 10 días en Italia. Allí cambió mi chip”.
EL CHIP DE LAS PAPAS NATIVAS
Hernán tiene 34 años y con mucho esfuerzo ha logrado sacar adelante un emprendimiento maravilloso que lo reconectó con su padre y su familia, quienes por años han sido protectores de un legado de biodiversidad: hace una década Julio Hancco Mamani cultivaba más de 185 variedades de papas nativas en la comunidad de Pampacorral, en el valle de Lares (Calca, Cusco); hoy, este tesoro se ha más que duplicado, y Hernán eligió parte de esa diversidad como insumo para sus hojuelas fritas.
Sumac Chips nació en abril de 2015 de manera oficial, sin más capital que sus papas nativas, producto fresco que llega semanalmente desde Cusco al centro de procesamiento de El Agustino. Hernán usa principalmente las variedades qello verundos (amarilla), sangre de toro (rojo con blanco) y q’eqorani (azul con blanco), menos cantidad usan de wenqos y puca ambrosio.
Tres personas se encargan de procesar diariamente 70 kilos de papas nativas para convertirlas en chips: una corta, otra lava (para limpiar el almidón la papa se pasa por agua hasta cuatro veces) y una más se encarga de freír en abundante aceite. Luego de cocidas, las papas deben escurrirse bien y dejarse enfriar por varios minutos, para luego echar la sal (antes usaba sal de Maras, hoy le compra este insumo a un productor de Huancavelica que vende en la Agroferia Campesina del Puericultorio) y finalmente empacar. Las papas de Hernán Hancco no muestran rastros de grasa y son muy crocantes y así se mantienen hasta por dos meses, según la fecha de vencimiento que Digesa le otorga al producto.
UN TESORO DE EXPORTACIÓN
El legado de la familia Hancco Mamani ha crecido. Hoy son 400 las variedades que cultivan en Lares y Hernán está dispuesto a multiplicar aún más ese tesoro que la tierra les ha dado gracias a su esfuerzo de generaciones. En sus planes está seguir promoviendo su consumo, aunque reconoce que vendiendo papa fresca en malla no se gana mucho. Por eso pensó en Sumac Chips, para darles valor agregado y vaya si le fue bien: antes de que llegue la pandemia al Perú procesaba casi 900 kilos de papa semanal y por eso tenía planes para exportarla. “Huancavelica y Cajamarca exportan papitas en snacks, pero no como productores, sino que vienen extranjeros para hacerlo”, cuenta el joven emprendedor. Hernán ha tenido varias propuestas para vender su marca, dar servicio o iniciar alguna sociedad con gente interesada en su negocio, pero él quiere asumir el reto completo: dirigir toda la cadena, desde el campo hasta el consumidor final, para que haya un comercio justo, como debe ser. Es su derecho y su deber.
De hecho, justo antes de que se inicie la cuarentena en Perú, una persona de Dinamarca visitó su planta en El Agustino para analizar con él las posibilidades de exportación. Hernán sabe que necesita certificados para poder vender su producto en Europa, pero está decidido a ir tras ese y otros sueños: producir almidón de papa, harina de papa y también papa seca de papas nativas, y con las mashuas y ocas (que también cultiva su familia) preparar néctar u otros procesados. “Cuando vine a Lima, ni siquiera sabía hablar bien el español. Soy hijo de agricultor y estoy tratando de hacer empresa. Tomar la decisión es importante y también tiene que gustarte”, puntualiza. De él hemos aprendido mucho y su ejemplo inspira a seguir adelante. No hay crisis ni pandemia que lo pare.
LOS DATOS
Actualmente, Hernán vende en su stand de la Agroferia Campesina de Magdalena (de jueves a domingo). Las tiene en cuatro presentaciones: bolsitas de 40 gramos (S/ 2 y la promoción de tres por S/ 5) y de 140 gramos (S/ 5), pero también las opciones de 60 gramos y 140 gramos que cuestan S/ 4 y S/ 6.50, respectivamente, porque están envasadas en hermosas presentaciones de cajas donde vemos el dibujo del hoy icónico Julio Hancco y las fotos de la mamá de Hernán, Rosa, y de su hermano menor, Wilfredo, quien hoy tiene 18 años y ayuda a su papá en el campo.
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