Conversamos con la bióloga Patricia Majluf, quien nos orienta un poco sobre aquello que debe trabajarse, cómo apoyar a los damnificados y qué puede pescarse y consumirse.
Escribe Paola Miglio (IG @paola.miglio)
Según los informes de @oceana_peru, el derrame de petróleo ocurrido el pasado sábado 15 de enero causó el mayor desastre ambiental costero desde El Niño de 1982-83. El crudo liberado se ha extendido por más de 40 kilómetros al norte desde el punto original y en el camino ha causado numerosos impactos en la franja costera, como contaminación de la vida marina, afectación local de especies amenazadas y del uso público de puertos y playas y cese de las actividades pesqueras, turísticas y de navegación, entre otros. El mar nos alimenta, es esencial en el desarrollo de nuestras vidas y un ecosistema invaluable, sustento para miles de pescadores y trabajadores. Parte de la cadena gastronómica y su protección se constituye en deber. Esta vez conversamos con la bióloga y científica senior de Oceana Perú Patricia Majluf, quien nos orienta un poco sobre aquello que debe trabajarse, cómo apoyar a los damnificados (ecosistema, vida marina y trabajadores pesqueros) y sobre lo que puede consumirse en casa y en mesa.
El daño es devastador, y afecta también el trabajo de los pescadores y la venta y consumo de pescados y mariscos. ¿En que fijarnos entonces por el momento? Para empezar lo del sur de Lima esta bien, no ha sido afectado porque la corriente de Humboldt va de sur a norte, no ha llegado a Barranco como se ha especulado de manera absurda. Todo el producto que viene de Pisco, Pucusana, por ejemplo, puede consumirse. Ahora, lo que se encuentra en el puerto de Agua Dulce aún no sé porque los pescadores salen hacia detrás de la isla San Lorenzo, quizá deberían cambiar de ruta y dirigirse al sur por el momento.
¿Cuáles son las acciones concretas a tomar desde ahora? Inmediatamente hay que hacer algún tipo de trazabilidad y certificación de origen de lo que se vende y se consume. Un sistema de monitoreo que nunca ha existido y que solo funciona para la exportación. Por ejemplo, todos los mariscos que salen del Perú tienen que tener pruebas de inocuidad[1] que aseguren la ausencia de patógenos o contaminantes que pueden venir con los productos marinos. Habría que extender este sistema a los productos para el consumo local, haciendo hincapié en el tema de hidrocarburos y metales pesados que vienen con el crudo. Habría que implementar este monitoreo para el consumo local a corto plazo y cerrar algunas áreas donde se detecte la presencia de contaminación producto del derrame.
Desde hace años hablamos de trazabilidad y son muy pocos los que la aplican. Trazabilidad para saber el origen de lo que comemos y monitoreo de salud, pues hay diferentes tipos de contaminación, como los fertilizantes o pesticidas agrícolas y efluentes mineros lavados por los ríos que llegan al mar. Ahora estamos viendo que nunca se ha dado esta conversación, o nunca se le ha tomado en serio. Si este derrame no hubiese pasado en Lima no habría tanta bulla, pero como es Lima y Ancón ahí sí nos preocupamos y siempre será lo mismo. Así pasó con el terrible derrame en el Golfo de California en 2021.
El derrame se dirige al norte. ¿Hasta a dónde puede llegar? Se puede seguir extendiendo si no hay forma de contenerlo, pues va a seguir con la corriente y siempre para el norte, que es el rumbo regular de la Corriente de Humboldt. Todo se va al norte y la punta del Callao como que defiende la bahía de Lima. En Áncash, Casma, por ejemplo, las manchas no serán tan visibles porque para entonces ya se habrán diluido. Esto no significa que el crudo desaparezca, solo será menos visible e igual seguirá contaminando. Hay que implementar un sistema de monitoreo que incluya el muestreo sistemático de agua y animales a lo largo de la costa y a diferentes distancias de la orilla para ver el alcance. Por ejemplo, de detectarse la llegada del crudo, las conchas de abanico de Casma se podrían mover porque están en jaulas, tengo entendido, de suspensión, cuelgan de sistemas de cables que de hecho se pueden mover. No sé si las empresas de la zona estén monitoreando la entrada del petróleo, pero deberían.
¿Pasa Áncash? Podría llegar hasta Paita, que es donde la corriente de Humboldt se desvía hacia el oeste y entran las aguas tropicales del norte. Mientras mayor la mezcla, menor es el impacto. Lo que es importante es establecer puntos de muestreo a lo largo y ancho del litoral afectado para el monitoreo. Hay que comenzar ahorita para conocer los niveles basales en áreas donde todavía no llega el crudo. Entonces serían líneas de muestreo que vayan paralelas a la costa hasta Paita, por lo menos. Y se tendría que tener la capacidad de cerrar la pesca en las zonas afectadas, certificar el punto de origen de los mariscos que estamos comiendo y determinar su trazabilidad.
Entonces, ¿qué puede pescarse y consumirse? Cangrejos, choros y otros de orilla de zonas afectadas están fregados. No se deberían consumir. Se debe hace un muestreo de la fauna hasta que ya no se detecte la presencia de crudo. Las partes más densas del crudo se precipitan hacia el fondo, y especies como el lenguado y otras de fondos blandos tampoco deberían pescarse ni consumirse. No está habiendo, sin embargo, dispersión mar afuera, así que el bonito, los atunes, perico, anchoveta, jurel, caballa pueden consumirse con normalidad.
¿Y para los pescadores de la zona? ¿Cuál es la solución? El impacto depende del tipo de pesca que realicen. Hay que acotar la cosa. Los buzos y otros que pescan de orilla si están complicados. Así como los pescadores de roca. Los que pescan mar afuera, pota y otros, como el perico serán menos afectados. El tema del monitoreo ayudará mucho a definir la situación de la fauna marina, aguas y trabajadores del mar. Por el momento habría que buscar algún tipo de apoyo para los más directamente afectados, porque tampoco se les puede decir que salgan a pescar mar afuera ya que no están preparados para ello. La empresa tendría compensarlos por el impacto mientras las especies y ecosistemas afectados no se recuperen.
[1] La inocuidad es la característica que tiene un alimento de no causar daño a la salud de las personas que los consumen, por efectos de algún contaminante químico, físico o biológico.
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