EL OJO DEL COMENSAL: EL GUARDIA DE SONIA
Hoy Fredy Guardia, junto a sus hijos, continúa con el legado de Sonia Bahamonde, defendiendo lo que el pescador llama cebichería clásica.
Hoy Fredy Guardia, junto a sus hijos, continúa con el legado de Sonia Bahamonde, defendiendo lo que el pescador llama cebichería clásica.
Escribe Carlos Carlín (IG @carloscarlinfof)
Estoy caminando por el balneario de Chorrillos y tengo la sensación de estar en una Lima de otra época. Su impresionante malecón, sus callecitas empedradas, los ranchos que resisten a los años, sus casonas remodeladas y esa personalidad única de distrito pesquero que conserva muchas historias, como la de Fredy Guardia.
Fredy Guardia trabajó toda su vida como pescador y hoy es el orgulloso anfitrión de el célebre restaurante Sonia. Hace 43 años Sonia Bahamonde, su esposa, decidió abrir un local y a Fredy no le pareció una buena idea: “Yo no quería que Sonia ponga el restaurante aquí. Tenía miedo de que vengan a tomar”. Pero Sonia insistió y abrió con solo cuatro mesas. “Los primeros clientes eran del Regatas, ellos no sabían comer pescado entero. Comían filetito, tenían miedo a las espinas”, me cuenta riendo Fredy, quien por esos días vivía más tiempo en altamar que en tierra firme. “He alcanzado la buena época. No hay mejor privilegio que comerse un pescado a bordo, con la carne lavada con agua de mar, como la come el lobo». Fredy tiene casi 90 años y está en perfecto estado de salud. “No había congeladora. Se comía pescado todo el día”, recuerda.
Asegura que esa es la receta para verse como se ve, además de comer diariamente dientes de ajo en la mañana, costumbre que aprendió pescando. Se entusiasma y comparte conmigo más secretos del mar. “Cuando salíamos a pescar caía el angelota, un pez que tiene la espalda parecida al cocodrilo. Le sacábamos los huevos, los dejábamos secar y luego lo rayábamos como queso parmesano y lo tomábamos en jugo de algarrobina o se lo poníamos a los fideos”.
Sonia falleció en 2018, a los 72 años, y hoy es Fredy quien, junto a sus hijos, continúa con el legado defendiendo lo que el pescador llama cebichería clásica. “A los pescadores como yo nos gustan las cosas típicas”, afirma. Dejo el local con la voz del Zambo Cavero y Avilés sonando en los parlantes, el delicioso sabor a pescado fresco, pero sobre todo con mucho respeto por Fredy y Sonia y su historia de una vida dedicada al mar, a la familia y a la cocina.
Por: Carlos Carlín El ojo del comensal
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