
VERÓNICA GÓMEZ: MEMORIA DE LA COCINA ANTIOQUEÑA
La chef antioqueña no solo comparte los sabores de su cocina tradicional, también promueve el intercambio de saberes dentro de su comunidad.
La chef antioqueña no solo comparte los sabores de su cocina tradicional, también promueve el intercambio de saberes dentro de su comunidad.
Escribe Catherine Contreras (IG @caty.contrerasr)
Desde La Casa de Vero, un íntimo espacio gastronómico en la zona rural del oriente antioqueño, en Colombia, Verónica Gómez comparte los sabores de su cocina tradicional con insumos que su tierra provee, impulsando el trabajo de las mujeres y sus familias en una comunidad productiva y orgullosa de lo que hace.
Su padre le decía: construye tu futuro. Su madre: sean felices. Y Verónica Gómez Montoya les hizo caso, pero no desde el principio. En un mundo donde siempre se exige más y más, a ella le costaba decir que era ama de casa, «simplemente» mamá; no tenía una carrera profesional y sentía que no era suficiente lo que hacía en la vida. Pero tenía un don que poco valoraba: sabía cocinar y era buena en manualidades. Necesitó el espaldarazo de una fundación enfocada en transformar las vidas de personas del oriente antioqueño, a través de la educación y el emprendimiento, para empezar a confiar en sí misma y aceptar lo que valía. Su mirada cambió; tenía 28 años, esposo y dos hijos. Verónica empezó a dar otro tipo de cuidado: a través de la cocina hecha con cariño, con atención y servicio.
Nació en Rionegro, Medellín, pero se siente carmelitana desde que se mudó a El Carmen de Viboral hace poco más de 20 años. Venía de trabajar en cocinas de restaurantes tradicionales, desarrollando aún más un estilo de cocina intuitiva. Con su esposo alquilaron una finca, construyeron su casita poco a poco y así estuvo lista para abrir La Casa de Vero, hace siete años. “La Casa empezó en el comedor de mi casa: yo cocinaba con ellos [los comensales] en una mesita de madera y un fogoncito pequeño, e íbamos conversando mientras que yo cocinaba con lo que tuviera”. Hoy recibe a 25 a 30 personas como máximo, en horario de almuerzo los viernes, sábado, domingo y lunes cuando son festivos. Llegan a esta Vereda Campo Alegre porque saben que este rincón es hogar y su fogón abraza la cocina tradicional, honesta, amorosa, hecha con insumos locales de agricultores orgánicos, de emprendedores de la zona y de mujeres cocineras como ella, mejorando así la economía de toda la comunidad.
Su filosofía es parte de un movimiento que une cocineros y cocineras de Medellín: la Fundación Corazones y Fogones, del proyecto Tierra Alma, que busca preservar las tradiciones culinarias de la cocina colombiana y mejorar las condiciones de las mujeres que participan en actividades referidas a la cocina y los alimentos, así como establecer lazos entre restaurantes y la agricultura familiar, para asegurar su sostenibilidad. Igualmente, La Casa de Vero impulsa la preservación de tradiciones y la memoria culinaria a través de las Escuelas Campesinas de Cocina, un espacio de mujeres que comparten sus saberes culinarios y experiencias de vida con miras a preservar los sabores de su tierra y dignificar el trabajo de todas. Y así, a sus 43 años, Verónica está dejando huella en su comunidad y entregando no poco, sino mucho de ella a cada una de las personas que son parte de su entorno y con las que se sientan a su mesa.
By Catherine Contreras (IG @caty.contrerasr)
From La Casa de Vero, an intimate culinary space in the rural area of eastern Antioquia, Colombia, Verónica Gómez shares the flavors of her traditional cuisine using ingredients sourced from her land, supporting the work of women and their families in a productive community proud of what they do.
Her father used to say: “Build your future.” Her mother: “Be happy.” Verónica Gómez Montoya listened to them, but not right away. In a world that constantly demands more and more, she found it difficult to say she was a housewife, «simply» a mom. She didn’t have a professional career and felt that what she did in life wasn’t enough. But she had a gift she barely valued: she knew how to cook and was good at arts and crafts. It took the support of a foundation focused on transforming people’s lives in eastern Antioquia through education and entrepreneurship for her to begin trusting herself and recognizing her worth. Her perspective changed; she was 28, with a husband and two children. Verónica started offering different types of care through cooking filled with love, attention, and service.
She was born in Rionegro, Medellín, but feels like a native of El Carmen de Viboral, where she moved over 20 years ago. She came from working in the kitchens of traditional restaurants, further developing an intuitive cooking style. With her husband, they rented a farm, gradually built their small house, and eventually opened La Casa de Vero seven years ago. “The house began in my dining room: I would cook with them [the diners] at a small wooden table with a little stove, and we would chat while I cooked with whatever I had.” Today, she welcomes a maximum of 25 to 30 guests, serving lunch on Fridays, Saturdays, Sundays, and Mondays when it’s a holiday. They come to this Campo Alegre village because they know this place is home, and its stove embraces traditional, honest, and loving cuisine made with local ingredients from organic farmers, local entrepreneurs, and women cooks like her, improving the entire community’s economy.
Her philosophy is part of a movement that brings together cooks from Medellín: the Corazones y Fogones Foundation, part of the Tierra Alma project, which aims to preserve the culinary traditions of Colombian cuisine and improve the conditions of women involved in food and cooking activities. It also seeks to establish connections between restaurants and family agriculture to ensure sustainability. Likewise, La Casa de Vero promotes the preservation of traditions and culinary heritage through the Rural Cooking Schools, a space for women to share their culinary knowledge and life experiences, aiming to preserve the flavors of their land and dignify the work of all. At 43, Verónica is leaving her mark on her community, giving not just a little but a lot of herself to each person who becomes part of her world and shares a seat at her table.
El chef Iván Ralston, de Tuju en São Paulo, nos comparte sus cinco lugares favoritos para comer en esta ciudad. Cocinas con enfoque sostenible, una barra japonesa y tradicional brasileña.
Leer másEl gastrónomo panameño comparte sus lugares favoritos para comer en Ciudad de Panamá.
Leer másLa familia Reátegui García conduce un oasis de relax y buena gastronomía en medio de la ciudad de Tarapoto. El hotel La Patarashca promete descanso y comodidad.
Leer más