Escribe Daniel Quintero (IG @danielquintero)

En las montañas de Jaén se crió, entre arboles de frutas, esos que les dan sombra a los cafetos que su papá, don Félix Fernández Mondragón, producía. La variedad escogida por la familia es Bourbon, que tiene buena producción y es resistente a algunas plagas; una variedad que, como Merci Fernández, lucha contra la adversidad.

Creció en el campo, con sus realidades. Por un lado, el machismo que ubica a las niñas en las labores del hogar. “A mí no me gusta tanto eso de estar en la cocina — nos comenta —. Yo siempre he estado pegada a mi papá, siempre quise estar en el campo con él”. Por otro lado, como muchos jóvenes, crece escuchando que el futuro no está en el campo, que está en la ciudad, donde pueden desarrollar una carrera y tener calidad de vida.

Sale de colegio y se va a estudiar producción agropecuaria. Al graduarse se conecta con una empresa exportadora de café, que la ayuda a sumar conocimientos para la valoración de calidad de producto; hoy Merci trabaja allí liderando el área de control de calidad y selecciona cafés que luego se exportan a mercados tan lejanos como Asia y países del Medio Oriente y nórdicos, además de América del Norte y Sur.

En 2020 decide aplicar sus conocimientos en el campo. “Me costó mucho enfrentarme a mi padre, porque yo quería hacer las cosas diferentes, a mi estilo”. Utilizó una parte de la finca familiar para hacer lo que quería. La llamó “La Pomarrosa”, un nombre que tiene varios significados: en su parcela hay árboles de esa fruta, una especie de manzana o pera con aromas a rosa; el rosa es su color favorito; y quizás lo más importante, quería romper el estigma que los hombres no podían vestirse o usar prendas de color rosa. 

Su primera cosecha, la de 2022, dio frutos, y no cualquier fruto: obtuvo un lote de café con mucha más cantidad y mejor calidad que antes. En su parcela los cafetos están ordenados en hileras, y con un trabajo meticuloso procura que cada baya sea cuidada y cosechada en el momento correcto. Monitorea el árbol desde la floración hasta que el café es procesado y entregado para la venta y exportación.

Lo que produce el campo, se reinvierte tanto en la casa familiar como en la finca. Merci (de 26 años) comenta: “Mi papá dice “tienes razón, podemos vivir del café“. Con cada año La Pomarrosa crece y se amplía. Desde su finca, esa que no quiere abandonar, ve el mundo del campo de otro color. “Mi misión es que todos los productores de la misma zona tengan una vida digna, esa es mi meta. Y ya lo están haciendo, es el impacto que logramos”. 

Contacto: IG @mercipomarrosa

MERCI FERNÁNDEZ: COFFEE THROUGH PINK-COLORED GLASSES

From her plot in Jaén, Cajamarca, she fosters change to generate a quality of life and a future for the coffee-growing community.

Text by Daniel Quintero (IG @danielquintero)

She grew up in the mountains of Jaén, among fruit trees, which provided shade to the coffee plants that her father, Don Félix Fernández Mondragón, produced. The family chose the Bourbon variety, which has good yields and is resistant to some pests. It is a variety that, like Merci Fernández, fights against adversity.

She grew up in the field, with its realities. On one hand, there was the machismo that assigned girls to household chores. “I don’t like being in the kitchen that much,” she tells us. “I have always been close to my father, I always wanted to be in the field with him.” On the other hand, like many young people, she grew up hearing that the future is not in the farm but in the city, where they can develop a career and have a better quality of life.

She finished high school and went on to study agricultural production. After graduating, she connected with a coffee exporting company, which helped her gain knowledge in product quality assessment; today, Merci works there, leading the quality control area and selecting coffees that are then exported to markets as far away as Asia and countries in the Middle East and Nordic regions, as well as North and South America.

In 2020, she decided to apply her knowledge in the field. “It was tough for me to confront my father because I wanted to do things differently, my way.” She used part of the family farm to do what she wanted. She called it “La Pomarrosa,” a name that has several meanings: there are trees of that fruit on her plot, a kind of apple or pear with rose-like aromas; pink is her favorite color; and perhaps most importantly, she wanted to break the stigma that men couldn’t wear or use pink-colored items.

Her first harvest, in 2022, bore fruit, and not just any fruit: she obtained a batch of coffee with much higher quantity and better quality than before. On her plot, the coffee plants are arranged in rows, and with meticulous work, she ensures that each berry is cared for and harvested at the right time. She monitors the tree from flowering until the coffee is processed and delivered for sale and export.

What the field produces is reinvested both in the family home and the farm. Merci comments: “My father says, ‘You are right, we can live off coffee.'” With each passing year, La Pomarrosa grows and expands. From her farm, the one she doesn’t want to leave, she sees the world of the field in a different color. “My mission is for all producers in the same area to have a dignified life; that is my goal. And they are already doing it; that’s the impact we have achieved.”

Contact: IG @mercipomarrosa

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