Escribe María Elena Cornejo (IG @melenacornejo) 

Cuando Alejandra Cendra vio la pastelería de Peggy Porschen en Londres, tuvo una suerte de serendipia. “Eso es lo que he buscado desde chiquita”, se dijo. En efecto, no solo era su natural inclinación por los tonos pastel, especialmente el rosado, también se encandiló con el diseño de la tienda de estilo victoriano con molduras ornamentales, ventanas geométricas con marcos de madera pintada y arreglos florales en blanco y rosa. La bicicleta floreada y puesta a la entrada era la invitación a ingresar a un mundo romántico, naif, edulcorado. Esta es la historia reciente. 

El inicio se remonta a principios del nuevo siglo. O aún antes, cuando Ale era una niña golosa fascinada con el tocino del cielo que preparaba su abuela arequipeña Consuelo Sardá y a quien ella ayudaba meneando pacientemente el chocolate que se derretía en un ollón.

Cuando terminó el colegio ya sabía que se dedicaría a los negocios. Su padre, inmigrante catalán, tuvo una próspera tienda conocida como Casa Cendra, o sea que entre el negocio y los dulces Ale estableció los parámetros de su desarrollo profesional.

Estudió Hotelería en Le Cordon Bleu y cuando hizo sus prácticas preprofesionales en el área de pastelería del hotel Park Plaza de Miraflores, se reafirmó en su elección. Aún era estudiante cuando habilitó su primera tiendita en un garage en San Borja. La vida le sonreía. Empezó a producir dulces para los grifos Primax, Starbuks, Sarcletti y la Clínica San Borja. La demanda se multiplicó por lo que abrió su taller de producción más grande en Ate.

Tenía veintipocos años cuando decidió trabajar para sí misma, no para terceros. Se casó, tuvo a su primer hijo, abrió su segunda mini tienda en Chacarilla, tuvo una secuencia “dulce” en un programa de televisión abierta, se volvió influencer y sus recetas caseras, amigables, ricas se multiplicaron. Abrió su tercer local en Miraflores, esta vez en una esquina tranquila y de mayor amplitud.

Ama todas sus recetas, como a un hijo, por lo que no puede elegir favoritas. Dice que las más demandadas son: tres leches de canela, torta de chocolate, tocino del cielo, crocante de chocolate, pie de piña y sigue enumerando. Acaba de incluir en la lista recetas bajas en azúcar y gluten free, a tono con los tiempos.

A fines de abril anuncia la inauguración de su cuarta tienda en Miraflores. Esta vez en una casa de dos pisos que también pintará de rosado y llenará de flores.

Atiende desde la 7:00 hasta las 20:30 horas. Pone desayunos, brunch, almuerzo, tea time y lonche.

El día también puede ser dulce.

ALEJANDRA CENDRA: THE LADY IN PINK

Words María Elena Cornejo (IG @melenacornejo) 

When Alejandra Cendra saw Peggy Porschen’s pastry shop in London, it felt like a moment of serendipity. “That’s what I’ve been looking for since I was little,” she thought. Indeed, it wasn’t just her natural fondness for pastel tones—especially pink—that drew her in, but also the Victorian-style shop design, with its ornamental moldings, geometric windows with painted wooden frames, and white and pink floral arrangements. The flower-adorned bicycle at the entrance served as an invitation to step into a romantic, sweet, and whimsical world. That’s the recent part of the story.

The beginning dates back to the early 2000s. Or even earlier, when Ale was a sweet-toothed child, fascinated by the tocino del cielo her Arequipeña grandmother, Consuelo Sardá, used to make. Ale would help her patiently stir the melting chocolate in a big pot.

By the time she finished high school, she knew she wanted to enter business. Her father, a Catalan immigrant, ran a successful store called Casa Cendra, so with sweets and business in her life, Ale had already mapped out her professional path.

She studied Hospitality at Le Cordon Bleu, and during her internship in the pastry area of the Park Plaza Hotel in Miraflores, she reaffirmed her choice. She was still a student when she set up her first little shop in a garage in San Borja. Life was smiling at her.

She began producing sweets for Primax gas stations, Starbucks, Sarcletti, and the San Borja Clinic. As demand grew, she opened a larger production workshop in Ate.

She was in her early twenties when she decided to work for herself instead of others. She got married, had her first child, opened her second mini-shop in Chacarilla, had a “sweet” segment on a broadcast TV show, became an influencer, and her homemade, friendly, delicious recipes multiplied.

She opened her third shop in Miraflores, this time on a peaceful corner with more space.

She loves all her recipes as if they were her children, so she can’t pick favorites. She says the most popular are: cinnamon tres leches cake, chocolate cake, tocino del cielo, chocolate crunch, pineapple pie… and the list goes on. She recently added low-sugar and gluten-free recipes, keeping with the times.

At the end of April, she’ll open her fourth shop in Miraflores—this time in a two-story house that she also plans to paint pink and fill with flowers.

She’s open from 7 a.m. to 8:30 p.m., offering breakfast, brunch, lunch, tea time, and afternoon snacks.

The day can be sweet, too.

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