Escribe Catherine Contreras (IG @caty.contrerasr)

Es de Huacho, y lleva en la piel un poco de esa alegría norteña que se traduce en calidez. Es también curiosa… Dice que por entrometida es que terminó aprendiendo de coctelería. De eso hace 12 años. Hoy, Cecilia Monzón es jefa de bar en Manto, el hotel boutique de San Isidro en cuya barra ofrece una variedad de cócteles, desde clásicos revisitados hasta creaciones propias a base de destilados nacionales y del mundo.

Ni bien cumplió 18 años, vino a Lima. “Quería estudiar medicina veterinaria”, dice, y un poco de nostalgia asoma en su mirada. No tenía posibilidades económicas; Cecilia proviene de una familia humilde. Así que lo primero en su lista era trabajar: fue cajera en un supermercado, en Barranco, hasta que una oportunidad distinta se le presentó. Los amigos le pasaron la voz: se necesitan meseras en un restaurante. Y así arrancó. Un día, un bartender no llegó a trabajar, y ella –que ya había visto, curioseado, aprendido solo con mirar— se ofreció para ayudar. Empezó en producción y, con el tiempo, de hacer jarabes pasó a preparar cócteles. Eran tiempos de barras dominadas por hombres.

Tenía 24 años cuando entró a trabajar a la barra del restaurante Rafael. El jefe de bar casi le doblaba la edad, y con él perfeccionó aquello que había aprendido en las canchas. Hacer un pisco sour perfecto fue, por un tiempo, su prueba de fuego. Cecilia asumió el reto y lo logró. Alcanzó a ser jefa de bar, “the bar boss”, con doble exigencia, claro. Aprendió a conocer muchos productos que nunca en su vida había probado, a maridar el estilo de cocina de Rafael con cócteles creativos. Aprovechó para estudiar y conocer la teoría de aquello que en la práctica solía hacer. Y en 2018 decidió tomarse un tiempo, salir de su zona de confort.

La pandemia la encontró trabajando en un gastrobar barranquino. Para entonces el Negroni se había convertido en uno de sus cócteles favoritos y también en protagonista de un emprendimiento casero: creó Liquor Home Peru, un servicio de coctelería en botella que alivió penurias en tiempos de confinamiento y hoy continúa bajo el nombre Pandora. Cuando todo se restableció, Cecilia volvió a las barras. Hizo asesorías y así fue como llegó al hotel Manto M Gallery Collection, en San Isidro: “Hice la carta de cócteles y buscamos darle un giro distinto”. Ya lleva dos años como jefa de barra, junto a un equipo que atiende la propuesta líquida del restaurante Saya, donde buscan dar en el gusto a los clientes. 

Muchos extranjeros se interesan por conocer el pisco, y Cecilia los anima a probar no solo pisco sour, sino presentar opciones distintas y creativas a base de nuestro destilado. Pero su carta no se queda allí, es variada y nutrida con cócteles a base de gin, vodka, whisky y otros productos peruanos para afianzar la identidad local de su propuesta. Informar a quien se sienta en su barra sobre la gran oferta líquida que hoy tiene el Perú, es una para ella una regla y una satisfacción.

CECILIA MONZÓN: THE BAR BOSS

Words Catherine Contreras (IG @caty.contrerasr)

She’s from Huacho, carrying a touch of that northern joy that radiates warmth. She’s also deeply curious… She says it was her nosy nature that led her to learn about cocktails. That was 12 years ago. Today, Cecilia Monzón is head bartender at Manto, the boutique hotel in San Isidro, where she offers a wide range of cocktails, from reimagined classics to original creations made with local and international spirits.

As soon as she turned 18, she moved to Lima. “I wanted to study veterinary medicine,” she says, a hint of nostalgia flickering in her eyes. But money was tight; Cecilia comes from a humble family. So the first step was to work: she became a cashier at a supermarket in Barranco until a different opportunity came along. Friends told her a restaurant was looking for servers. And that’s how it all began. One day, the bartender didn’t show up, and she, who had already watched, observed, and learned just by looking, volunteered to help. She started in production and, over time, went from making syrups to preparing cocktails. Back then, bars were led mainly by men.

She was 24 when she joined the bar team at Rafael. Her bar manager was almost twice her age, and under his guidance, she refined everything she had picked up along the way. Making the perfect pisco sour was, for a while, her ultimate trial. Cecilia took the challenge and nailed it. She eventually became head bartender—“the bar boss”—with all the doubled expectations that came with it. She learned to recognize products she had never tasted before and to pair Rafael’s culinary style with creative drinks. She also took the opportunity to study and understand the theory behind what she had been doing instinctively. And in 2018, she decided to step back and leave her comfort zone.

The pandemic found her working at a gastrobar in Barranco. By then, the Negroni had become one of her favorite cocktails and the centerpiece of a homegrown project: she created Liquor Home Peru, a bottled cocktail service that eased many hardships during lockdown and today continues under the name Pandora. When everything reopened, Cecilia returned to the bar scene. She offered consulting services, which led her to Manto MGallery Collection in San Isidro: “I designed the cocktail menu, and we wanted to give it a different twist.” She has now spent two years as head bartender, working with a team that leads the liquid experience at Saya, the hotel’s restaurant, where they focus on understanding guest preferences.

Many foreign guests are eager to learn about pisco, and Cecilia encourages them not just to order pisco sours but to explore more creative expressions of our national spirit. But her menu goes far beyond that: it’s diverse and enriched with cocktails made with gin, vodka, whisky, and other Peruvian products that reinforce the local identity of her work. Educating those who sit at her bar about Peru’s vibrant and growing universe of spirits is, for her, both a rule and a joy.

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