LA MARMITA ENCANTADA
La Marmita Encantada no solo es un libro de recetas, es una suerte de diario personal donde la autora va desgranando su día a día.
La Marmita Encantada no solo es un libro de recetas, es una suerte de diario personal donde la autora va desgranando su día a día.
Escribe María Elena Cornejo (Twitter @cucharonviajero)
Hace tiempo que no tenía entre manos un libro tan bonito como La Marmita Encantada. No solo es un libro de recetas, es una suerte de diario personal donde la autora va desgranando su día a día (en la casa, en el mercado, con sus hijos, con amigos, con productores cafetaleros o campesinos agricultores) e intercalando recetas, secretos e historias de cada plato.
Alessandra Pinasco García Miró es periodista pero sobre todo artista. Su heladería-café llevaba un nombre que resume su relación con la cocina: El Hada. Y en efecto, hay algo mágico en los menjunjes que prepara, en los queques de toda la vida pero que en sus manos transmiten una energía que viene de atrás, de muy atrás, como si se conectara con el principio de las cosas. Cada receta lleva impreso su lema de vida: lo cotidiano nunca debe ser ordinario.
El libro motiva a meterse en la cocina a preparar todo lo que ella dice y repetirlo hasta que salga perfecto, como si fuera una extensión de nosotros mismos, sean panes, frittatas, pies de manzana o lentejitas. Porque lo dice con cariño, con alegría, con conocimiento de causa. “Hay que agarrar el gusto por el trabajo repetitivo” aconseja.
Y como no se trata de aplicar mecánicamente una fórmula, Alessandra recomienda “escuchar tus sentidos y tu voz interior para saber qué especia o qué hierba requiere ese plato”, consejo que también daba el querido Don Lucho, a quien por cierto Alessandra menciona en los reconocimientos. ¿Cuando sé si el aderezo está listo? El olor se lo dirá, decía Don Lucho. ¿Y cuándo las papas están cocidas? Use el tacto. ¿Y cómo sé si el guiso está a punto? Mírelo.
La Marmita Encantada hechiza a la primera hojeada, de veras es un libro gozoso para tenerlo por siempre al lado y revisarlo con paciencia y regocijo. Son recetas con alma, con calor de hogar, con historias que remiten directamente a la infancia y a los momentos felices. Aquí el pie de manzana, que copié hasta en la decoración y fue devorado por mis nietos en un santiamén. Casi no queda ni para la foto.
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